Y volvió a discurrir por las calles de Zamora
Y volvió a discurrir por las calles de Zamora. Una gran cantidad de fieles, flores y la alegría de una nueva vida… En la mañana de Pascua sólo se escucha un grito: ¡Cristo ha resucitado! El eco de este acontecimiento, que surgió en Jerusalén hace veinte siglos, continúa resonando en nuestros días, después de comprobar en las primeras horas de la mañana que el sepulcro habita vacío.
Zamora ve el discurrir de la cofradía de forma primorosa. Los zamoranos fueron contagiándose de ese caminar rompedor, sereno y con la fuerza que Jesús Resucitado imprime diciendo, ¡Aquí estoy¡¡ soy yo, el que partía del pan y compartía el vino, seguidme por la rúa, que vamos a buscar a mi Madre. Ese transitar casi concéntrico del desfile, dibuja un corazón, trazado al unísono con alegría y dolor, un dolor, el de la Madre y la emoción desbordante de ver a Jesús por encontrase con ella.
Y volvió a discurrir por las calles de Zamora…. Pasaron los días, el estío, el frío… y la vida continúa en nuestra ciudad. Lamentablemente, el subidón de arranque por la Resurrección no aguanta. Nuestras fuerzas flaquean. El aleluya pascual contrasta con los lamentos y el sufrimiento diario. Son muchas las situaciones dolorosas: La soledad, la diáspora, el paro, las enfermedades, las ausencias y más soledad.
Esta tierra nuestra del otro lado del río, reclama lo suyo. No cesa, no se cansa, siempre quiere más, nunca se satura. Y va poco a poco convocando a los nuestros; Paquita, Gabino, Luis, Salvador, Jacinto, Tomas, Miguel, Eugenio… que tantos años con tanto agrado y gratitud se disponían para acompañarte. Ahora ya caminan delante de nosotros. Nosotros enmudecemos entre lágrimas.
Yo sé, que estos y otro hermanos nuestros, ya están a tu derecha, que su vara floreada te hizo distinguirlos. Es la rúbrica que nos distingue, somos gente entusiasta, con ganas de vivir, de ver la vida con optimismo y sobre todo con una Fe que nos arropa en las adversidades. Esta Fe se basa en el testimonio de los que un día vieron la losa removida y el sepulcro vacío.
El Encuentro en La plaza volvió a abarrotarse para contemplar esta cita majestuosa, propio de reyes, con baile principesco. Es la Sobriedad que huye de la mediocridad, que unos días antes condenan a Jesús bajo el silencio de Poncio Pilatos. Es el Encuentro que da sentido a la Fe. Cientos de personas son testigos del momento cumbre, cuando la Virgen deja su manto de luto y saluda a su Hijo. Es la fuerza de la Fe en evocación teatral.
La bajada por Balborraz es una explosión popular de alegría que se manifiesta en una de las celebraciones más multitudinarias y coloridas que como dice la canción suena a despedida. Mayores y niños dan las últimas carreras en la cuesta, quieren ver la entrada de la Virgen del Encuentro y Jesús Resucitado en Santa María de la Horta. Es el último cartucho de Fe que clausura una Semana Santa llena de belleza y Verdad.
Feliz Pascua a todos.
Con letra inglesa
4/03/2019
3/05/2018
Virgen del Encuentro, Virgen de la Vida
Veinticinco años en Zamora pueden ser poco o mucho, según para qué. En el mundo de las congregaciones, teniendo en cuenta la historia de nuestra cofradía, la cifra se queda corta. En estos años y gracias a las distintas directivas, la cofradía de la Santísima Resurrección ha experimentado una de las mayores explosiones de aceptación y seguimiento. En este 2018, la Resurrección recuerda el 25º aniversario de la primera salida de la Virgen del Encuentro que contribuyó a este auge que hoy disfrutamos.
Nuestra Virgen del Domingo de Resurrección no necesita, coronaciones, exaltaciones o procesiones extraordinarias. Ella es de la periferia, que como dice su Santidad El Papa Francisco: “Es allí en el extrarradio donde encontramos el rostro de Cristo”. Dios resucita en las periferias. Nuestra Virgen vive y nos ubica cada primavera en el contexto y en la mentalidad de los extramuros, para caminar detrás de su hijo. La acompaña el pueblo, no hay nunciatura, ni alcaldes, sólo curas de parroquias lejanas, y todo un señero de gentes buenas.
Ella, quizá por esa dualidad del hijo perdido y de la alegría de la Resurrección en su rostro, no es la más bonita, ni la de mayor fervor, ni devoción, ni la de más predicamento. Es muy difícil expresar en un rostro sentimientos paradójicos. Y si añadimos que se muestra sin gemas y ágatas recubiertas de hilos de oro y plata… ¿Quién se fija en ella? Pues nada más y nada menos que Jesús Resucitado. Que no quiere ni llantos, ni lágrimas, ni caras descompuestas. Nos quiere a nosotros llenos de vida.
Ella es la que escucha nuestras plegarias de dolor, de injusticia, las de la ignorancia, las de petición de trabajo, los cortes de luz, las del pensamiento, las de toda miseria… es nuestra comunicación con la Verdad, y lo hace en actitud jubilosa al encontrarse a su Hijo. Pese a todo, ama la vida de una manera desmedida, siempre está dispuesta a todo lo que se le ponga por delante por ayudarnos.
Ella es Amargura, Esperanza, Dolor, Soledad, pero sobretodo es reveladora de unos brazos abiertos que nos acogen antes las adversidades que esta tierra nos depara. La Virgen del Encuentro es un estilo, una forma de enseñarnos a mirar, a entender, a amar. No olvidemos nuestro origen y superémonos día a día. La música que acompaña a la Virgen son sintonías de despoblación, huida, éxodo y que por primavera nos congregan, estemos dónde estemos. Oí decir a más de uno "Estaba deseando regresar, no podía más fuera de Zamora”. Año tras año, respondemos a su convocatoria en procesión popular mirando su gozo.
Te conmemoramos de forma discreta, sin procesión extraordinaria, teniendo asimismo el recuerdo de fidelidad a los hermanos que te cargaron sobre sus hombros, y de los que te acompañan desde las fila. Y lo haremos con una ofrenda floral en nuestras varas, llenas de júbilo vehemente de ver el misterio de la Resurrección.
¡Feliz Cumpleaños¡
3/02/2018
CORRIÓ LA PÓLVORA QUE ANUNCIÓ LA PASCUA
Benditos los percales, terciopelos y
las estameñas que un día nos cubrirán.
Con ellas los zamoranos paseamos por todas esas esquinas donde se quieren rozar.
Asumiremos la muerte con esperanza, sin deudas de odio porque Jesús, es la Puerta.
La Semana Santa 2017 cerró con un testimonio; El
sepulcro vacío en el que ya no estaba el cadáver de Jesús. Los testigos afirmaban haberse encontrado verdaderamente
con Jesús Resucitado por las calles de
Zamora. Incluso, dicen que se paró en la Plaza
de Fray Diego de Deza. Quiso saciar la sed, que le negaron. Antonio, ven, dame
de beber.
A su
paso por nuestra ciudad, desde los gremios artesanales hasta las altas rúas
la gente se agolpaba y Él, cubierto con
capa escarlata, insignia de príncipes soberanos, saludaba
y decía: “La paz sea con vosotros”.
Y dicho esto mostraba las manos y el
costado. El rum rum corría por las correderas, todavía luto. ¡Resucito, Resucito¡ Cada vez
se unen más, quieren verlo.
En la plaza Mayor, María, se arrastraba, atrás queda su discurrir por el Piñedo. Transita
con su fiel Guardia Civil sobre un pavimento de flores blancas, que Miguel pone en su camino.
Quiere descansar. No puede más. Le duelen las entrañas. La mañana es fría.
Encogida, la Virgen se refugiaba en una capa negra, que un tal Luis le cedió,
conmovido por el tembloroso aspecto de
la Madre de Dios. Realizó el recorrido
hasta el Ayuntamiento en volandas, casi en éxtasis, se coloca a la derecha
del consistorio para recibir el pésame.
La Banda del Maestro Nacor Blanco armonizaba “Mater Mea". Su Dignidad la impedía
asentarse en la plaza. Se mantuvo en pie gracias sus fieles cargadores. Sólo
la pericia de estos permitió sortear la multitud de gente que flanquea la plaza.
Enterado el Ayuntamiento del revuelo levantado por la presencia de
Jesús Resucitado, envía a la Policía
Municipal con uniforme de gala. La Resurrección de Jesús no tiene una
explicación natural, sino que es un puro don.
En La Plaza Mayor se arremolina la gente, hay desconcierto, es plaza de vida, se llena flores.
La multitud se agolpa. El día acompaña, ¡hay más gente que nunca¡. Atrás, atrás. Que llegan las
cortejos, abrid paso, por favor¡.
La Virgen se gira, y lo ve, en ese momento
corre la pólvora en la plaza, estruendo de cohetes, disparos, música, campanas,…volvió
a la vida. La Virgen se despoja de su luto y pide ayuda, vestidme como siempre, con júbilo. ¡Es mi hijo! ¡Corre,
corre¡ dile al tamborilero Cuadrado, que
anuncie ya la apertura de un nuevo tiempo, el de la Primavera. Es Pascua, el
paso de Jesús de la muerte a la vida. Zamora
fue unida bajando por Balborraz hacia La
Horta.
La Pascual es tiempo de gozo, que se
asienta en el corazón del cristiano. Las
puertas de la Iglesia se han cerrado. La cruz de guía de la Resurrección
cruzó el dintel de la iglesia Santa
María de la Horta. Ya ha terminado la
procesión bajo los sones del Himno
Nacional.
Los pasos de Cristo Resucitado y de la
Virgen del Encuentro ya están tapados. La vara niquelada, rematada con
imagen del Resucitado… guardada.
El jolgorio está en la calle, no hay
quien lo pare, la gente quiere más. Debemos comportarnos, es Jesús Resucitado. Participa con nosotros, pero no abusemos de Él.
Porque Cristo vive aunque este tapado y es un ejemplo maravillosos. No lo estropeemos.
Subamos con son y tono pero no con
escarnio, afrenta. Los Cristianos
en otras países saben bien que el
derecho más importante de un ciudadano en un país libre es el poder expresar
sus pensamientos y demostrarlo de una manera pacífica, y respetuosos. Debemos
respetar y cuidar todo el conjunto de símbolos que identifica nuestra Semana Santa, es una
manera de apreciar y sentirnos orgullosos de
una Semana Santa definida por la austeridad, silencio y oración y
también, por el respeto a nuestras imágenes.
Jesús resucitó con su cuerpo pero a
una vida no ya de este mundo, sino en Dios. Así realizó en él lo que sucederá
al final del tiempo a todos los hombres.
3/16/2017
Alborada
Una vez finalizado
el desfile del 2015, como todos los años tuvimos la reunión posterior. En ella
siempre surgen la autocrítica, la
reflexión, las dudas, los fallos, los aciertos, etcétera. De entre todos los
acuerdos, decidimos que la cofradía renovaría
los cordones portadores de la medalla,
almohadillas de los banzos, y dispondría de un paño de difuntos o pendoneta
para el próximo desfile.
Como muchos
zamoranos, todo lo relacionamos con nuestra Semana Santa. Pues bien, un día de octubre cuando nos
dirigíamos a la localidad de Madridanos, para celebrar el día de la provincia e
invitados amablemente por la Diputación Provincial, no sabíamos que encontraríamos el broche
especial a nuestra Semema Santa en forma musical.
Entre todas las
actividades que estaban previstas,
anunciaron la presencia de Manuel
Alejandro López, director de la Banda de Zamora, el folclorista Luis Antonio Pedraza y el autor
musical el instruido David Rivas.
Sonó la música en
aquel momento. Se unía lo formal y lo tradicional. Sonreímos. Nos despertamos
con la majestuosidad de la tierra.
Parece que en ese instante vimos con los ojos cerrados, cómo la piedra del sepulcro giraba y despuntaba la Vida. Dejando atrás mortajas, vendas y un capillo gris. Soñamos en ese preciso momento, en Madridanos, que de aquel catafalco de pobreza y desolación resurgía con armiño y solemnidad gracias a unas notas
musicales. Era octubre, cuándo todo cae, peros los acordes nos trasladaron a la
primavera. Llegaron las flores en plena marchitez.
Acaecía el cierre musical que siempre soñábamos y que se nos resistía.
Lo presentimos, Lo
sentimos, El corazón nos llamó. Hubo
miradas cómplices. Nos fuimos a Marzo.
Se cruzó la música de la Resurrección, y allí, vimos como La Virgen iba tras su hijo, triste y emocionada. Unos pasos detrás de ella, la comitiva que
desfiló el viernes Santo, a cuyos hombres
entregaron los restos inertes de
Jesús de Nazaret. María no pudo contener las lágrimas. La notamos derrumbada,
saliendo de San Vicente, suplicando al cielo, con un nudo en la garganta y le
sintió más cerca que nunca sobre su regazo. Gritó ¿Por qué yo?
A los tres días, después de girar la losa, un remolino de gente se separa en señal de
respeto y honor. ¡Qué pasa! Se abre paso
en la plaza a la Majestad. La ceremonia y la precedencia. Nos indican que algo grande pasa. La Madre en su soledad, se despoja con fuerza y
decisión de aquel manto negro. Un movimiento instintivo, rápido, aunque no
atropellado. La tierra le había devuelto
con vida al hijo. Salió corriendo hacia Él. Tras el saludo, ambos, de la mano y
al unísono decidieron enseñar el camino,
con los sones de nuestra tierra. Allí estaba la novedad, una pieza musical. “La suite sayaguesa” y para la ocasión, una alborada.
Elegida por su carácter solemne. Una pieza mañanera en honor a la realeza. La
Verdad se presenta en loor de
multitudes con el brazo en alto en señal
de Victoria. Es La Resurrección, el comienzo de un tiempo nuevo.
La luz con la
que amanecemos cada Pascua de Resurrección tiene los ocres fuertes de las
tierras de Zamora. Quizá, sin saberlo, El Soberano quiere que lo escuchemos
mejor. Que lo comprendamos. Quiere llegarnos. La flauta y el tamboril se unen con
los imperiosos y poderosos instrumentos de cuerda, percusión y viento de la solemne banda para
que escuchemos bien su mensaje. Anuncian la alborada, el Grande entra en Zamora
Triunfante.
Los cargadores,
orgullo de toda familia zamorana, casi incapaces de terminar, están ya en la
plaza. Físicamente muy mermados, a punto del desaliento. Miran entre las
rendijas… En ese momento, aflora ese sentimiento de cargador. Entre los banzos y como último esfuerzo surge ese: ¡Vamos¡. La devoción, la penitencia y la
familia van en sus hombros. La ilusión es máxima. La impresión es aún mayor porque representa
toda una novedad. Ayudados y acompañados de los compases, con estilo, poderío y
cadencia, como los buenos vinos de Toro, caminan juntos Jesús Resucitado y María, culminando su Encuentro en la Plaza.
La Plaza Mayor, residencia de todos los zamoranos, esperaba
sola y sombría. Los casi dos mil
hermanos, presurosos abrieron un hueco
para que Madre e Hijo avanzaran. Rozando las once y media, Jesús
Resucitado entró triunfal en la plaza, La
música comenzó. Todos estábamos algo
nerviosos. ¡Sones nuevos! Nuestro silencio cómplice y arriesgado. Sabíamos que encajaba, pero… Comienzó el
baile de los pasos. Ese primer silencio eterno de sorpresa fue seguido y acompañado por
las caras de alegría que se sumaron al ritmo. Un Aleluya Terrenal.
Después, el momento más relajado del día y quizá de toda
una semana, todo un año. Hubo miedo,
pero también determinación y decisión. Nuestra Presidenta, lo vio claro. Se
dejó aconsejar de quien sabe. Qué difícil es a veces. Logramos con gran esfuerzo contener las lágrimas al
igual que el resto de la directiva de la Santísima Resurrección, pues la
emoción se ha dejado palpar en el ambiente. Jesús Resucitado sube triunfador
desde Santa María de la Horta. Nos llama puerta por puerta por toda nuestra ciudad,
y ahora con sones de alborada. Gracias,
mereció la pena el arriesgar.
Publicado en la revista fondo,
https://issuu.com/semanasantazamoraorg/docs/fondo_2016
1/27/2015
Lo que llevas
no debería ser determinado por lo que piensen los demás
Tengo dos lemas en la vida que intento seguir, más bien dos dichos o frases
que me gustan; una es: “Lo que no quieras
que te hagan, no lo hagas tú” y otra:
“Deja que los demás sean mejores que tu”.
Siempre puedes aprender de ellos, y
puedes decir que son tus amigos, creo que muchas veces nuestra riqueza
está en poder aglutinar a gente distinta, estupenda y fascinante a nuestro alrededor.
He conocido gente súper valiosa en su ámbito
profesional y personal. Gente que en la cercanía es fantástica. Quizás, muchos
de ellos sin saberlo (la mayoría). Suelen coincidir todos ellos en una cosa: nunca piden nada. No utilizan a las personas como herramientas
para conseguir sus objetivos, sino que simplemente te respetan y te cuidan.
Suelen ser tímidos y algo retraídos en el ruido, pero cercanos y expresivos en
el silencio, eso sí, demostrando tener una gran personalidad, por eso están cerca,
jamás te juzgan.
Son
gente directa, no tienen nada que temer ni esconder, no hay doblez de
papeles. No pretenden vendernos algo, o hacer un buen contacto para
el futuro o presentarnos a un familiar que necesita un cable. Si lo
necesitan lo piden. No son gente de peana.
Me
gusta la gente que aporta luz. He
aprendido que no se puede juzgar a la gente ni por anticipado, ni por apellido,
ni por disciplina… su camino lo trazan con su discurrir mundano. Las personas caen bien por las huellas dejadas, por
ser afables y cercanos. ¿Quién no conoce
algún gánster/ delincuente/ geta/
aprovechado de cuello duro? Yo alguno conozco. Y ¡¡¡qué miedo!!!
Reconozco que me encanta pavonearme cuando me rodea un clima
de surrealismo. Pero esto raramente
sirve para nada más que para sentirnos mejor con nosotros mismos…no van a ser todo desgracias, un poco de vanidad nunca
viene mal.
Aunque la primavera se supone que debe
estar en camino, el frío ha roto aquí en Zamora con fuerza. El invierno arrasa.
Vestirse es cada vez monótono y estoy listo para cualquier cosa que pueda hacer
para animar las cosas un poco. Una corbata hecha de algo que no sea el
tradicional tejido de seda,….busco algo para añadir profundidad, textura, color
a cualquier cosa que de luz y calidez al
invierno.
Tuve la suerte de pasar unos días en
Madrid, me anticipé a comprar una capa muy peculiar y personal con un tejido fantástico. - las
prendas se compran, no se cogen- que
algo de calor y sobre todo color me aporta, a este duro invierno de nieblas y
frio. Uno no tiene que ser alto o guapo para ser
chic o elegante: la confianza, el coraje, el encanto y la amistad van dentro de esa capa, no me juzguen por mi aspecto de Sherlock
Holmes, sino por mis actos. Abre esa capa y encontrarás… estoy deseando que pase esta ola de
nostalgia y aburrimiento que me azota y que ha encontrado su punto más alto con
diez días seguidos de niebla. ¡Ya queda menos!
Y
esa gente jamás me juzgan, más bien me arropa y da tanto calor como la capa.
¡Así
estoy hoy!.
4/08/2014
Ya es la hora
Ya es la hora de disponer nuestra alma al servicio del Señor, un año más, lo hacemos en silencio, con espíritu crítico y mirando hacia la Misericordia de Jesús Resucitado. Ese que sube triunfador desde Santa María de la Horta. Nos llama puerta por puerta por toda nuestra ciudad. Nos busca a todos.
Nos preparamos para revivir y escenificar la
pasión y muerte por nuestras
calles y rúas. Hagamos reflexión, revivamos también esta pasión en nuestras
vidas. Es hora de balances, esos debes y
haberes del año. El barro está sin forma. Como los buenos artistas, alejémonos.
Veamos cómo fue ese diseño. Recompongamos la figura, es el momento. Todavía hay
tiempo de levantar esa mirada erguida. El barro sube si tiene buenas manos.
¿Quién de nosotros está dispuesto a ceder algo por el
prójimo? Yo la mayoría de los días, no. Es así. A veces, tengo un punto místico y lo daría
todo, pero es un instante….rápidamente
aparece la vanidad, la soberbia… Es la hora de pensar en otros y en nuestros actos. Qué estoy dispuesto
a dar, o mejor, ¿estoy dispuesto a facilitar
la vida a los demás? No lo creo, solo de forma pasajera.
Tantas veces paseo
con vértigo por las aristas de la vida,
me la juego en cada instante. Ahora, ya no tengo miedo a caer. Y si caigo, me ayudarán a levantar. Siempre por Balborraz alguien me dejará un
brazo. Ya es la hora de no estar con los
brazos cruzados. Es hora de cerrar
los ojos y coger mi cruz. Tú la tuya, la
del desaliento, la desesperanza, la del abandono…. Pesa en nuestros hombros la
cruz de la fidelidad a vuestra ley, Señor. Y a veces las fuerzas parecen faltarnos
pero siempre, siempre nos das una Esperanza.
¡Cuántas lagrimas! Detrás de ese caperuz rojo, morado,
blanco, negro… Señor, dadme la gracia de llorar con un arrepentimientos
profundo, en esos momentos en los que vacilé y en los momentos en que caí, en los que recordamos
a los que nos precedieron y la tierra se
estremeció. La desolación cubrió todo el universo.
Cuando
el domingo despertemos sobresaltados con cohetes y tracas, dejaremos a un lado los capillos. Desayunamos churros, pastas y aguardienete. El
día es largo y la generosidad aún mayor. La alegría tiene la cara descubierta. El Llanto es ya perdón y sabemos que triunfará.
Aquí dejaremos las estameñas y percales junto a nuestros cuerpos corruptos. La
luz con la que amanecemos cada Pascua de
Resurrección tiene los colores fuertes de
las tierras de Zamora. Los sones de la flauta y el tamboril de nuestra tierra que nos despiertan gritando
¡Victoria!. Nos percatamos de
olores nuevos, a lilas, tomillo y romero de nuestros campos, que nos dicen
que la muerte ha sido derrotada. Ya es la hora
Foto de Horacio Navas Juan
8/27/2013
Crujen y quieren lo suyo
Cada Agosto viene y nos
pide. Quizás, como una prueba de nuestra
fidelidad y nuestra fe. A mí me recuerda
a esas montañas Mágicas que te dejan ascender pero que piden cuentas. Crujen y
quieren lo suyo. Son muchas las pruebas que
nos pide sobre nuestro testimonio de fe.
Agosto nos da toda la luz,
pero también nos dice que las sombras llegan. Y ya lo creo que llegan. Últimamente con halo trágico, la luz y la
sangre siempre unidas.
Yo
se que nuestro Padre no quiere premios, que
es infinita su Misericordia. A veces se
lleva al que no le toca, y nunca lo
comprendemos. Son indicios y señales para decirnos que venceremos. Pide siempre a
los más valiosos. Este año caminó ligero y triunfante sobre su catafalco en su desfile. Tenía buen
jefe de procesión. En sueños me habló y
me dijo que arrastró su pureza en el lino tejido y abrazado con
manos de mujer desesperada. ¡Tanto empeño y lagrimas dejó…! Ese sudario es testigo de unión entre La luz y las miserias
terrenas. Lo prometió y cumplió la promesa.
Pepe ya esta a los pies del Señor. Ana, lo sigue buscando por la casa en cada silencio, en cada
rincón, en cada recuerdo, en cada olor…
No lo busques aquí. Ya está a la derecha del redentor. En lugar destacado. Es
su recompensa.
Y sin que el temporal
amaine, de nuevo una violenta tormenta emprende
una trágica retirada y cuesta la vida de Alberto.
Alberto
era el encargado de abrir la procesión a cara descubierta con la sobriedad y el
buen gusto del purismo colorido. Siempre elegantón y escoltado
por lo más valioso: sus hijos Alba y Alberto. Él, ahora
nos abre el camino hacia el
purísimo cielo. Le tocó. El pendón azul queda huérfano. Una mano que ya no podré estrechar. Sólo dos cordeles de pasamanería fina tiran y tiran
para intentar que Alberto vuelva.
La tierra lo envuelve y lo sujeta. Desgraciadamente no podrá abrir paso
por las calles y cuestas empinadas. Su estela ya no es azul es negra y cargada
de lagrimas. Y su madre, entre la multitud, le lanzará al viento un beso con
inmenso amor y resignación.
Aquí
seguiremos esperando un año más para poder salir en primavera con nuestra Santísima Resurrección. Nuestra Semana Santa es la devoción de una
ciudad y en este caso de un barrio por sus imágenes. No quieren palio, ni cruces
de plata, ni frondosas coronas, quiere
la sencillez de las buenas gentes. Son
de aquí, zamoranos y quieren a sus mejores hijos. Os recordaremos pletóricos
y con gratitud en nuestras reuniones entorno a una mesa con
una buena cazuela con patatas con pata,
como hemos compartido tantas veces. Esta mañana de agosto brilla un poco más el
sol, pero yo tengo hoy una expresión
malhumorada al recordaros. Dos buenos amigos que se fueron jóvenes y que
nos auguran esperanza para todos nosotros.
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