11/10/2010

Invítame a vivir, dame savia nueva.


Invítame a vivir, dame savia nueva.


Tratar con mucha ceremonia y seriedad a las personas que invitas, es sinónimo de altanería, arrogancia, y en ocasiones un vicio de una malísima educación, cuando no un carácter de lo más vulgar. No te extrañe la antipatía que puedes generar por tus malos actos.

No debemos hacer sentir mal a nadie y menos a nuestros invitados. Vivid con ellos como queréis que se os trate a vosotros.

Debemos mostrar buena acogida a nuestros amigos o invitados. Reconozco que a veces he sentido la sensación de estorbo e incluso me he preguntado ¿Qué hago yo aquí? Presentaciones de libros, artículos, ruedas de prensa, visitas etc..…. ¿Quién me manda? Total, no me han hacen ni caso, ¿Existo? Es una soledad y una sensación muy desagradable. Seguramente generan repudio en mí por descuido o ignorancia.

Todas las ilusiones puestas en un viaje, una cena, una reunión y... Nada. Quien me invitó, tendría un mal día, una mala tarde o una mala digestión. Debemos sobreponernos. No es ser cínicos, es atender, es cuidar y es corresponder. Ven a mi casa que te voy hacer pasar las de Caín. No, no lo creo.

Recuerdo que en una ocasión, fuimos invitados a una boda. Acompañé a mi madre. Mi padre no pudo asistir. Fue una mala experiencia. Yo tendría unos 20 años. Después de la ceremonia religiosa nos trasladamos al Hotel Palace. Un escenario magnifico. Todo eran ilusiones y muchas expectativas. Una vez aquí comenzó el calvario. Intenté repetidas veces dar la enhorabuena a los novios. Fue imposible. Llevan muchos años casados y todavía no he podido. Cuando todos los invitados nos hallábamos en el salón de recibir, nos anuncian que podemos pasar a l comedor. ¡Que cosa más grotesca! todos los anfitriones, en este caso la familia de la novia, corriendo como posesos a coger sitio en la mesa presidencial (lo detesto, es anticuado, obsoleto y muy de ayerl-casual) y aledaños. Los padres, los hermanos... todos. Mi madre y yo nos mirábamos. Hablar callado. Pero, ¿no se ven todos los días? ¡Si viven todos en casa! Los invitados nos mirábamos ¿Para qué nos invitan?

¿Qué pensaban que podía pasar en esa mesa presidencial? Quizá era la primera vez... que comían todos juntos. Querrían ser espectadores de excepción de algún pañuelo, cruces de sangre, tirarían monedas, caramelos….no lo comprendí.

El orden de colocación era estilo libre. Los invitados eligen con quién sentarse y dónde sentarse. Esta forma de organizarse puede dar lugar a que ciertas personas queden un poco "aisladas" y así fue. Estuvimos los dos solos en una mesa. Pero no éramos los únicos. Había varias mesas a medias. Supongo, que muchos otros ya sabían cómo eran y declinaron la invitación. Bueno, ahora mismo no recuerdo si estábamos los dos solos, o con algún mohíno. Nunca había deseado que llegaran los postres tan rápido. Quería marcharme. Estaba incómodo. Eran muchas las ganas de pasarlo bien y una sola para salir corriendo

Menos mal que ahora se suele colocar un panel a la entrada en el que se indican la situación de las mesas y su numeración, e incluso si es por tarjeta puede haber un esquema con los nombres de los invitados y su localización en el salón. Todo fenomenal, menos cuando llenan huecos sin pensar en las personas. Siempre los anfitriones te informan. Nunca los novios, el autor, el director…. es su día. Y tampoco puedes ir para molestar. Me cambias, no me gusta. A veces, te llegan invitaciones/teléfono dos días antes, incluso cuando te dicen, se me ha caído…. Plato de segunda mesa. ¡Joder! Hay que tener poca vergüenza.

Aprendí de ésta y de otras experiencias que la familia de los novios-anfitriones tienen la obligación de atender a los invitados. Lo que los anfitriones no pueden lo deben hacer los demás. Familiares. Juntas directivas, miembros de la empresa, tienen que repartirse entre los distintos invitados por orden de prioridades, nunca de afinidades. En el caso de matrimonios uno en cada extremo (divorcio protocolario). Uno por mesa para presentar, animar, y llevar el hilo conductor de las conversaciones. Evitamos esos silencios prolongados e incómodos. Objetivo vencer el silencio. No vale el hablar por no callar, ¿verdad, Lola?

Es bastante sorprendente comprobar la cantidad de empresarios/instituciones que no se saben comportarse en un almuerzo de negocios. Desconocen normas básicas de comportamiento. La mayor parte de los negocios, tienen un importante componente social, es decir, se discuten, e incluso se cierran, en torno a una mesa. Es todo más relajado; la copa de vino nos hace libres y reales en nuestras conversaciones. Ojo que me puedo pasar de simpático gracias al vino social y caer en un estado de excesivo furor que puede poner en ridículo a mi empresa, familia o a otras personas que me acompañan. De este fondo oscuro en el que caes se sale/perdona si eres joven, a mí, ya no.

Las mesas “todo corazón”, son errores que debemos corregir. Ganaremos todo. Siempre es más enriquecedor, una tía abuela, un amigo de tu padre, una secretaria, una azafata, alguien nuevo, savia que refresque ¡Inténtalo!

La experiencia me dice que cuando no tenías esperanza, ríes sin parar. Al principio cuesta, pero las ganas de pasarlo bien nos dan ese empujón. Muéstrate dispuesto a colaborar con los anfitriones en cualquier tarea, siempre dejará un buen sabor tu presencia.

Seguramente habré obrado mal muchas veces, y lo haré otras tantas, pero mi intención como anfitrión, como amigo, como familiar, como empresa es que te sientas a gusto.

Que tu esfuerzo por acompañarme sea preludio de más invitaciones, Con letra inglesa quiere estar contigo muchas veces, quiere vivir, quiere hablar, quiere calle ¡Y qué buena ocasión para sacar las galas!

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