12/09/2010

Queda Menos








Queda un año menos para vernos

Tu ausencia física casi no me importa. Te tengo, incluso, más que antes. Te veo todas las mañanas. Cuando me voy, me giro al cerrar la puerta, miro tu retrato. Día a día me dices lo que hago bien y lo que no. Miradas… Oigo perfectamente lo que me dices. Como siempre, media sonrisa socarrona, y yo tan contento. Labio inferior fuera, me haces pensar todo el día, algo no te gusta. Tu cara cambia. Los colores hablan. Tu palabra me llega.

Remuevo todas tus cosas, tus pasiones, todo. ¿Me dejas? Perdóname, Tu pasaporte de embajador, tus diseños de logotipos para el Esla, congresos, trajes, tus cartas al Príncipe de España, tus fotos, tus excesos…. Lo cojo con alegría y ninguna nostalgia, tengo tu permiso.

Sí, queda un año menos par vernos, y estoy contento. Lo estoy. Atrás dejaste tu calvario. Fue un camino duro, una vez dictada sentencia –Los demás nos lavamos las manos– y tú te encaminaste hacia tu particular camino de perfección. Llevaste tu cruz, aguantaste bien su dolor y su peso. Penitencia y ofrecimiento por los pecados. Seguro que hubo momentos de mucho sufrimiento, incomprensión, de tirarlo todo. Los hubo, y cirineo encontrase que te puso en camino para que tú sólo siguieras.

Mofas, lástimas, humillación ¿tu pudor?, te hicieron asomarte al infierno, nunca entrar. Era la penitencia impuesta, gozada y quizá soñada. Suerte tuviste, te pudiste presentar sin pecado. ¿Seguro que lo soñaste? Como cuando hacías tus penitencias y ayunos en silencio.

Seguro que esa mañana de 10 de diciembre festividad de Nuestra Señora de Loreto la virgen del Carmen te avisó. "Antonio… Antonio, vamos, que no llegas, que ha llegado tu hora". –Con la guerra que me has dado toda tu vida para que te avise y ahora…. voy, voy… quería dejar todo preparado a Paloma–. Ya estoy. Adiós. Os dejo mi vida, mi legado, mis mandamientos. Mi corazón, mis amigos. Mis luchas.
Ya estoy cansado, la lucha terminó. Madre mía, déme el brazo, solo no puedo. ¿Aquí hay toros? ¿Y quirófano? ¿Coca-cola? ¿Dónde están los de Zamora?

Nos dejaste y seguro que las ramas de olivo, laurel y las palmas te esperaban agitadas. Te recuerdo y vivo con tus manos abiertas con ganas de abrazar, de tocar, de palpar. Tu boca abierta pidiendo. Pidiendo tan poco, después de tanto dado. Nadie entregó tanto. Sí, rodeado de egoístas. Incapaces de ver y asimilar tu generosidad, tu palabra y tu trabajo.

Aquí quedó tu cuerpo. Y digno, grandioso, sosegado, como buen patriarca, caminaste y te adelantes para abrirnos el Camino. Lloramos a la Virgen en un adiós familiar, nostálgico y gozoso.
Y un año después te sigo queriendo más que a mi vida. Con resignación e incomprensión. Porque sé, que nadie me quiso tanto como tú. Gracias.

Padre, adiós, nos vemos.

2 comentarios:

Ana Pedrero dijo...

Gracias, Josué, por emocionarme de esta manera, no sabes cómo ni cuánto. Gracias por recordar así a tu padre. Nadie podría hacerlo mejor que tú.

Y sí, ya falta menos. Algún día sonará un Merlú para convocarnos a todos al otro lado de la vida, y compartiremos de nuevo tantas cosas.

Mil besos, mi querido 'hermano'.

Josué dijo...

Gracias a ti. Nadie escribió con tanto cariño a mi padre como lo haces tú; con respeto, cercanía cariño emoción todo corazón Un Bs. Chichi