3/05/2018

Virgen del Encuentro, Virgen de la Vida




Veinticinco años en Zamora pueden ser poco o mucho, según para qué. En el mundo de las congregaciones, teniendo en cuenta la historia de nuestra cofradía, la cifra se queda corta. En estos años y gracias a las distintas directivas, la cofradía de la Santísima Resurrección ha experimentado una de las mayores explosiones de aceptación y seguimiento. En este 2018, la Resurrección recuerda el 25º aniversario de la primera salida de la Virgen del Encuentro que contribuyó a este auge que hoy disfrutamos.

Nuestra Virgen del Domingo de Resurrección no necesita, coronaciones, exaltaciones o procesiones extraordinarias. Ella es de la periferia, que como dice su Santidad El Papa Francisco: “Es allí en el extrarradio donde encontramos el rostro de Cristo”. Dios resucita en las periferias. Nuestra Virgen vive y nos ubica cada primavera en el contexto y en la mentalidad de los extramuros, para caminar detrás de su hijo. La acompaña el pueblo, no hay nunciatura, ni alcaldes, sólo curas de parroquias lejanas, y todo un señero de gentes buenas.

Ella, quizá por esa dualidad del hijo perdido y de la alegría de la Resurrección en su rostro, no es la más bonita, ni la de mayor fervor, ni devoción, ni la de más predicamento. Es muy difícil expresar en un rostro sentimientos paradójicos. Y si añadimos que se muestra sin gemas y ágatas recubiertas de hilos de oro y plata… ¿Quién se fija en ella? Pues nada más y nada menos que Jesús Resucitado. Que no quiere ni llantos, ni lágrimas, ni caras descompuestas. Nos quiere a nosotros llenos de vida.

Ella es la que escucha nuestras plegarias de dolor, de injusticia, las de la ignorancia, las de petición de trabajo, los cortes de luz, las del pensamiento, las de toda miseria… es nuestra comunicación con la Verdad, y lo hace en actitud jubilosa al encontrarse a su Hijo. Pese a todo, ama la vida de una manera desmedida, siempre está dispuesta a todo lo que se le ponga por delante por ayudarnos.

Ella es Amargura, Esperanza, Dolor, Soledad, pero sobretodo es reveladora de unos brazos abiertos que nos acogen antes las adversidades que esta tierra nos depara. La Virgen del Encuentro es un estilo, una forma de enseñarnos a mirar, a entender, a amar. No olvidemos nuestro origen y superémonos día a día. La música que acompaña a la Virgen son sintonías de despoblación, huida, éxodo y que por primavera nos congregan, estemos dónde estemos. Oí decir a más de uno "Estaba deseando regresar, no podía más fuera de Zamora”. Año tras año, respondemos a su convocatoria en procesión popular mirando su gozo.

Te conmemoramos de forma discreta, sin procesión extraordinaria, teniendo asimismo el recuerdo de fidelidad a los hermanos que te cargaron sobre sus hombros, y de los que te acompañan desde las fila. Y lo haremos con una ofrenda floral en nuestras varas, llenas de júbilo vehemente de ver el misterio de la Resurrección.

¡Feliz Cumpleaños¡



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